¿QUIÉNES SOMOS?

El blog "En los zapatos de mi hij@ adolescente" ha sido elaborado con la misión de ayudar a padres y madres de adolescentes a comprender mejor a sus hijos/as: los cambios que están viviendo, sus nuevas relaciones, a qué dedican su tiempo de ocio...
El equipo profesional que gestiona esta plataforma está compuesto por dos profesionales de la psicología, un profesional de trabajo social, y un profesional de educación social.

miércoles, 12 de junio de 2013

Huellas para comprender: Los estilos educativos

Como hemos podido ver en entradas anteriores en este blog, la familia es un recurso imprescindible para la crianza de nuestros hijos e hijas. El motor en donde se encienden todos los procesos de desarrollo y socialización comienza en la familia. Es por ello, por lo que debemos cuidarla y saber adaptar a cada una de las personas que componen la familia. La adolescencia, como hemos podido ver, es una etapa de cambios en donde se empiezan a explorar nuevas formas de vida, además de descubrir otras dimensiones de la persona. No obstante, es una etapa en donde se producen mayores conflictos parentofiliares, entre hijos y padres. ¿De dónde surgen esos problemas? Muchas veces el desconocimiento y la falta de entendimiento es el ápice de las frustraciones familiares. No todo lo que hablemos en familia tiene que ser susceptible de conflictos, entre todos y todas podremos conseguir un clima familiar regulado y estable. A ti, padre y/o madre adolescente, ¿qué ocurre cuando tienes un conflicto con tu hijo/a adolescente? El malestar creado puede ocasionar que, muchas veces, se dé por hablado temas que es mejor pararse a negociar para que no se acumule tensiones y estrés. Hay que entender que la mayoría de los y las adolescentes están en un proceso de cambio, y que tanto su nivel social, psicológico como fisiológico están siendo alterados. Es una etapa de descubrir nuevos grupos de amistades, de conocerse así mismo, de parecerse a sus iguales, de replantearse su sexualidad, de construirse su identidad, etc. En definitiva, estos cambios deben ser conocidos por los padres y madres para comprender el desarrollo en la adolescencia.
Los conflictos vienen producidos por diferentes enfoques de entender la realidad entre los/as hijos/as y los padres. El modo de educar influye en el proceso de cohesión familiar. Si los padres ven a sus hijos en una etapa de rebeldía su estilo educativo desde entonces se verá alterado, produciéndose un cambio a diferentes extremos, o muy protector o muy evitativo, ambos producen patología en el desarrollo del adolescente a la larga. Los /las expertos/as categorizan hasta cuatro estilos educativos en donde el afecto y el control se ponen en juego:
-          Estilo Autoritario: Aumenta el control y disminuye el afecto
-          Estilo Evitativo o negligente : Disminuye el control y el afecto
-          Estilo Permisivo: Disminuye el control y aumenta el afecto
-          Estilo Democrático:  Control y afecto regulado


Los y las profesionales apostamos por el estilo democrático, en donde se puede establecer claramente límites tanto de control como afectuosos con su hijo o hija. Con el estilo democrático se pone el énfasis en una relación con comunicación, con tolerancia, con negociación escuchando a las demás partes, con reconocimientos a los hijos o hijas, y con límites claramente definidos pero dejando que se exprese su hijo o hija.
No podemos asegurar qué estilo es el mejor, pues dependerá de las situaciones, aunque cuando tratamos con hijos o hijas adolescente siempre hay que tener presentes que ellos no pueden verte como un rival, pues el mejor apoyo es la confianza depositada de los padres a sus hijos o hijas. Hay que tener presentes valores como el respeto y la confianza. ¡¡Adelante padres y madres, todo es posible y los resultados se verán con el paso del tiempo!!



Pisadas de hoy: LOS ESTILOS EDUCATIVOS

¿Para qué sirve contarle todo a tu madre si después ella no me deja hacer nada?. Primero me decía que era muy chico para salir y ahora que tengo 16 años, ya ni siquiera me deja salir de noche y recogerme a las doce de la noche. Muchas veces estoy amargado y quisiera irme de mi casa. Tengo dos hermanos más y a ellos siempre les deja salir, ¡claro como son mayores!, pero yo tengo 16 años y a todos mis amigos les dejan salir hasta tarde. Me controla todo, no para de gritarme, siempre está enfadada. ¿Qué hago? Porque muchas veces tengo ganas de irme de casa y no aparecer. La última bronca que he tenido con ella ha sido por sacar un cinco en matemáticas. Es muy exigente en todo, mi madre siempre quiere que esté por encima de todo el mundo. Yo quiero mucho a mi madre, y a mi padre, y a mis hermanos, pero de tantas peleas a veces pienso si la odio o quiero desaparecer. Paso más tiempo en casa que en la calle, y encima la ropa la tiene que elegir ella. Nunca me pregunta nada de cómo estoy ni nada de nada. Y también estoy harto de que siempre que quiero hacer algo me dice que le pregunte a mi padre, pero es una trampa porque mi padre siempre me vuelve a enviar a mi madre, con lo cual siempre hago lo que ella dice.
¡No aguanto más!  Necesito ayuda, ¿qué hago?, yo quiero hablar con ella pero siempre acabamos peleados.

sábado, 8 de junio de 2013

Huellas para comprender: Salidas nocturnas

           Un día estáis tan tranquilos sentados en el sofá después de cenar y de repente escucháis ¡din don! suena el timbre de tu casa, vas a abrir y te encuentras a dos amigas de tu “niñita” Sofía que preguntan por ella para salir a una discoteca. Tu hija te había comentado algo, pero por diversas razones, decidiste aplazar esa conversación, para retomarla más adelante, algo que nunca hiciste.  De repente miles de dudas te invaden la cabeza ¿pero con qué padre/madre vais? ¿van más niñas? ¿o quizás niños?¿qué vais hacer allí? Y la gran pregunta ¿a qué hora vais a regresar? De repente sientes como se te acelera el pulso y que acaban de cambiarte el escenario de tu vida familiar. Estás asistiendo a un nuevo hito en tu currículum de madre o padre: la niña quiere comenzar a volar sola y tú debes decidir así, por sorpresa, si la dejas, si está preparada  

o no.
            Si tenéis un adolescente en casa esta historia os suena ¿verdad? Sí no es así, la recordaréis cuando llegue el momento.
            Probablemente la gran duda de todos los padres y quizás, la razón por la que estáis leyendo esto, es no saber qué hacer en esta situación. Dar una respuesta concreta es imposible porque dependería de cada caso y tampoco existe la solución perfecta. Para algunos padres salir con 13 años es normal, para otros sin embargo, esa situación es impensable hasta años más tarde. Es normal que aparezcan las dudas, ser padre y madre es muy difícil y muchas veces no sabemos si estamos acertando o no.
Este nuevo interés de nuestr@ hij@ de salir solos no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Este es un proceso completamente natural que empieza años antes cuando nuestro hijo empieza a interesarse mucho más por su grupo de amigos que por sus padres. Es el primer indicador de que el niño necesita demostrar que ha crecido, que nosotros ya no somos su único referente y que es momento de pasar más tiempo fuera que dentro de casa. El tiempo pasa, los hij@s crecen y necesitan separarse de los padres y salir del entorno que les ha protegido durante la niñez para poder experimentar su capacidad de arreglárselas sol@,  para desarrollar su identidad y para poner a prueba sus capacidades. Y el mejor  espacio para ensayar todo esto es su grupo de amigos, entre iguales.
Ahora bien, que sea un proceso natural, necesario y positivo no quiere decir  que no desconcierte ni nos asuste como padres que somos, ni que a la primera solicitud de  autonomía haya que regalar la independencia total.
El temor que las primeras salidas generan en los padres tiene mucho que ver con la imagen de los adolescentes que con frecuencia vemos en las noticias: jóvenes violentos, consumidores de alcohol y de drogas… Estos adolescentes existen, pero no son mayoría ni representativos.
Lo ideal de esta, a priori, difícil situación sería usarla para ayudar a nuestros hij@s a ganar responsabilidad y madurar hacia la vida adulta, y para ello la clave está en equilibrar esos temores que se nos generan con la necesidad de independencia y libertad de nuestros hijos.
Para ello, es necesario que como padres y madres, nos hagamos una pregunta: ¿es perjudicial para él o ella lo que quiere hacer o lo que pasa es que a mí no me gusta o me asusta? En el primer caso, está  claro que habrá que negociar límites para proteger al joven. Y en el segundo, intentar adaptarnos y admitir que igual ese hij@ ya no es tan infantil como para no ir al cine, a merendar o a bailar, aunque tampoco sea tan mayor como para dejarle al azar de la noche.
Nuestro consejo es que hay que ser prudentes y dejarles hasta donde creamos que son capaces de afrontar su responsabilidad. Se puede empezar por llevarlos a la discoteca e ir a recogerlos; conforme crezcan y demuestren que cumplen los horarios y son responsables en su comportamiento con los amigos pueden ir obteniendo mayor libertad. Esto quiere decir que tenemos que aprender a arriesgar en cuanto a nuestros hij@s se refiere. Cuando traspasamos responsabilidad a los hijos nunca tenemos la seguridad de que no será un desastre. Si nos equivocamos, habrá que recoger cuerda en la libertad traspasada y volver a probar más tarde, pues quizás no estaban preparados aún para tal responsabilidad. Lo importante aquí no es asumirlo como un fracaso, sino como un error en la elección del momento.
A pesar de ir cediendo poco a poco, es adecuado imponer siempre unos límites, para tenerlos aún “controlados” y, al mismo tiempo, para que ellos puedan demostrar su responsabilidad. Es fundamental que cuando salgan sol@s sepamos dónde van, con quién, y cuándo y cómo regresarán.
Tampoco hay que perder de vista que los hij@s no son una prolongación de nosotr@s y, en consecuencia, a la hora de negociar los límites tendremos que entender y aceptar que tal vez vayan a sitios que a no nos gustan o que vistan de forma que no consideramos adecuada. Pero debemos comprender que nuestros hijos han de  aprender también a decidir ellos mismos y dejarles libertad para que sean como ellos quieran ser.
Entre todo esto, seguro que en un momento dado se encontrarán con la oferta de consumo de alcohol, tabaco, porros u otras sustancias; hemos de darles un voto de confianza y la capacidad de decidir; no podemos llevarlos siempre de la mano. Tengamos en cuenta que nosotros hemos educado a nuestros hij@s y les hemos transmitido nuestra visión de las cosas. Por ejemplo, si les hemos enseñado que las drogas y la violencia son malas cuando se vean en la situación, lo evitarán. No se trata únicamente de explicarles que hay que comer para tolerar el alcohol o el daño que provocan las drogas en sus cerebros en formación. Hay que darles herramientas y soluciones para que sepan salir de las situaciones comprometidas cuando se presenten. Para ello podemos aprovechar muchas situaciones que surgen en el día a día y comprobar como actuarían ellos. Por ejemplo si viendo la televisión emiten algo relacionado con las drogas podríamos hacer alguna pregunta de este tipo: “si alguno de tus amigos se hiciese un porro y te ofreciese, ¿qué le dirías?” es una forma de poner a nuestr@s hij@s en situación, pensar, elegir alternativas y estar  prevenidos, a la vez que adquirimos información para saber como debemos actuar, y si deberíamos preocuparnos o no.

La receta final está en es la confianza, combinada con la dosis justa y suficiente de control, pues solo así estaremos facilitándoles a nuestros hij@s la transición a la vida adulta, a la vez que aprendemos a aceptar y respetar esta etapa en la tarea de ser buenos padre y madres.

Pisadas de hoy: SALIDAS NOCTURNAS

¿Por qué mi madre desconfía de mí sin razón?
Me siento súper sola y nada comprendida por mi madre. Ayer salí con mis amigas por primera vez en mucho tiempo, y la verdad que me lo pasé genial y eso que sólo fuimos al cine y luego a cenar al Burger. Pero hoy salí del colegio con muchísimo calor (por que hace más de 35º), cansada por haber tenido educación física a última hora, y encima mañana tengo un examen final de química que no llevo muy bien. Vamos que estaba un poco agobiadilla y no tenía ganas de nada. Al llegar a mi casa mi madre me empezó a hablar y a preguntarme cosas de la salida del día anterior y al verme con pocas ganas de decir nada, me preguntó que me pasaba, se lo expliqué y no me creyó. Me dijo que no estaba así por eso, que me pasaba algo más, que estaba rara y que ella no se creía nada de eso de que hacía calor, que seguro que la noche anterior había bebido alcohol o a saber que más, y que ahora estaba con la resaca... me hizo sentir muy mal.
Para colmo me empezó a decir que le había mentido sobre lo iba a hacer en mi salida, pues me habían visto en una actitud cariñosa con el novio de una de mis amigas, que es mi compañero de instituto y amigo también ¡por favor si no salimos con chicos ayer! La verdad no sé que cree que hago o dejo de hacer, pero cada vez que salgo de casa sin su compañía, al día siguiente se pone así, me acusa de cosas que no tienen nada que ver con lo que hice en mi salida y prefiere creerse cosas que escucha por ahí antes que creerme a mí. Si supiera que soy la única en mi grupo que “se porta bien”. Todas las chicas de mi edad se van todos los fines de semana a discotecas, salen hasta tarde y tienen novio o andan con chicos... yo no soy así y me acusa injustamente, me siento mal por que siento que cada vez estoy más sola, por que mis amigas salen y yo me quedo en mi casa, ya ni me molesto en preguntar si me dan permiso de salir para evitar este tipo de cosas, y no puedo hacer nada por sentirme bien. Es que es muy feo que mi propia madre desconfié de mi, incluso sin darle motivos, todo lo que hago es para complacerla a ella, me esfuerzo realmente mucho en cada cosa para que se sienta orgullosa de su hija de 17 años y no le importa, cada vez que tiene la oportunidad me regaña y reprocha cosas o me prohíbe salir, dándole igual mis necesidades. Todas las chicas de mi edad entran y salen de casa cuando quieres y yo nada, siempre bajo las órdenes de mi madre, y si consigo convencerla para que me deje, siempre soy la primera en recogerme y esa misma noche al llegar a casa, o al día siguiente con suerte, me bombardea con mil y una preguntas sobre lo que he hecho o dejado de hacer. No sé que hacer, cuando me pasan estas cosas con ella me quedo sin ganas de nada y me vuelvo más negativa respecto a todo y me siento una mala persona sin saber por qué…
Necesito ayuda ¿a alguien más le sucede o le ha sucedido algo así?


Huellas para comprender: Acercándonos a las nuevas tecnologías

Como sabemos los adolescentes dedican gran parte de su tiempo libre al uso de las nuevas tecnologías. Podemos observar día a día como nuestros hijos/as pasan horas delante de un ordenador, de la videoconsola o al móvil.
El acceso a las nuevas tecnologías es cada vez más habitual y es una realidad social con la que debemos saber convivir. Debemos conocer tanto los beneficios como los inconvenientes del uso de las tecnologías, y qué está en nuestra mano para conseguir lograr que nuestros hijos/as sean capaces de beneficiarse de su uso.
La tecnología en sí misma no presenta ningún problema ni amenaza, siempre y  cuando su uso sea controlado y racional. Debemos establecer unas normas y límites en casa sobre el uso de ordenadores, videoconsolas y móviles. No podemos negarnos a su nula utilización, pues así les privamos de todos sus beneficios. Os animo a que cada uno de vosotros penséis el algún beneficio que pueden aportar las nuevas tecnologías antes de continuar leyendo.
Los beneficios que aporta el buen uso de las tecnologías son variados, entre los beneficios que encontramos al uso de los videojuegos hay que destacar la estimulación de ciertas habilidades psicomotrices, de coordinación y razonamiento; la iniciación en el conocimiento informático; la promoción de la perseverancia y el incremento de la tolerancia al fracaso; y la facilitación del intercambio social, al compartir juegos con compañeros y amigos. El mayor peligro que podemos encontrar con su uso es que llegue a darse un comportamiento adictivo que implique que el jugador/a sienta ansiedad o angustia cuando debe permanecer sin jugar, además de llegar a provocar cansancio y daños físicos (problemas oculares, posturales, dolor de cabeza, etc.) cuando el tiempo de dedicación es excesivo. Es peligroso, asimismo, que llegue a convertirse en un refugio obsesivo de jóvenes que hacen del videojuego su única realidad, descuidando otros aspectos de la vida personal, familiar y social. Es por ello de gran importancia ser capaces de establecer con nuestros hijos/as unos límites de uso y normas en casa para que esta situación no llegara a alcanzarse.
En cuanto al uso de internet y al uso de los móviles con internet también podemos describir diferentes beneficios, como que chicos y chicas pueden encontrar en internet una poderosa herramienta para la búsqueda de información y para establecer relaciones en la red con personas con las que compartan intereses y aficiones comunes salvando las distancias geográficas, así como facilitar la comunicación. Pese a esto, entre los riesgos de Internet podemos encontrar además del contacto con la pornografía, que algunos estudios han encontrado una relación inversa entre el tiempo dedicado a navegar por la red y la implicación en actividades sociales como charlas con la familia y vida social. Igualmente, algunos síntomas como la depresión y los sentimientos de soledad se asocian a un uso intensivo de Internet. Al igual que ocurre con el uso de las videoconsolas la clave está en que seamos capaces de establecer unas normas de uso diarias con nuestros hijos/as para el buen uso de las tecnologías. De este modo, seremos capaces de brindarles la oportunidad de que se beneficien de ellas y estaremos previniendo los posibles inconvenientes a los que nos hemos referido anteriormente.
No debemos asustarnos si nuestros hijos/as hacen uso de las nuevas tecnologías debido a nuestro desconocimiento, la mejor manera de comprenderlos es llegando nosotros a beneficiarnos también de ellas. Así que ADELANTE, indaguen sobre las nuevas tecnologías, conózcanlas, y benefíciense de su uso. Eso sí, siempre con un uso moderado y racional como el que debemos inculcar a nuestros hijos/as mediante límites y normas.

Pisadas de hoy: ACERCÁNDONOS A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

¡Castigado sin ordenador y sin móvil!

No os imagináis cuántas y cuántas veces escucho esto salir de la boca de mi madre cada semana. Soy un chico de 17 años y ya no sé qué hacer para que mis padres comprendan por qué necesito estar en contacto con las nuevas tecnologías. Vale que sé que paso mucho tiempo en el ordenador y con el móvil, lo admito, pero es que lo necesito para los trabajos del instituto, para estar en contacto con mis amig@s... Y eso mi madre no lo entiende, no le hago entrar en razón. Ella cree que el tiempo que le dedico al ordenador y al móvil tan sólo es para ver páginas guarras y hacer el tonto como ella dice. Yo creo que al haber vivido otra generación no tiene ni idea de qué se hace con un ordenador ni con un móvil y cómo eso puede facilitarte el día a día. Me gustaría que entre todos me ayudarais a hacerle ver todo los beneficios de tener ordenador y móvil con Internet en casa. 

Huellas para comprender: Afectividad y relaciones de pareja

Al igual que vemos cambios en nuestros hijos/as adolescentes tanto cognitivos, físicos como comportamentales en muchos campos, en las relaciones de pareja no iba a ser diferente. Debemos tratar de comprender esos cambios que se están produciendo en nuestros hijos/as, los cuales le están ayudando a madurar y convertirse en un adulto/a.
Como ya hemos visto, las relaciones entre iguales cobran mayor importancia en la etapa de la adolescencia, siendo una influencia alta el grupo de iguales para todos ellos. Esto no quiere decir que nosotros como padres y madres perdamos todo poder de influencia en ellos, pero sí podemos pasar a un segundo plano en algunos aspectos como en el área del tiempo de ocio, moda… Al igual que las relaciones de iguales ocupan un lugar de preferencia en su vida, es normal que sus primeras relaciones de pareja también lo hagan.
Es en la etapa de la adolescencia donde comienzan a sentirse atraídos/as por el sexo opuesto y tienen la necesidad de experimentar durante los años de adolescencia. Tener un acercamiento temprano a la sexualidad, puede conllevar ciertos beneficios. Diversos estudios muestran como el desarrollo psicológico y emocional posterior a la adolescencia es mejor en los adolescentes que ha contado con experiencias y acercamientos sexuales en tempranas edades de la adolescencia. Esto es, los adolescentes que cuentan con experiencias sexuales a temprana edad, muestran un mejor desarrollo psicológico y emocional en su adultez.
Es conveniente que seamos capaces de afrontar estas situaciones tratando de mostrar empatía con nuestros hijos/as, y abriendo el camino al diálogo para ser capaces de aconsejar adecuadamente. La educación sexual es necesaria en todas las etapas de la vida. Pensemos que nuestros hijos/as no sólo están pasando por una serie de cambios desconcertantes para ellos, sino que además deben ser capaces de aceptarlos y conocerlos, y todo ello con nuestra ayuda les puede resultar mucho más fácil.

La pregunta que a muchos padres y madres nos viene a la cabeza es ¿cómo lo hago? Es verdad que muchos adolescentes no suelen “sacar el tema”. Por ello, es importante contarles lo que pensamos que necesitan saber, aunque no lo pregunten. Igual que les hablamos de otros muchos temas sin que pregunten por ellos, porque creemos que son cosas de interés que deben saber.
La educación sexual comprende muchas cosas: hablar sobre las relaciones de pareja, cómo debe ser el trato entre dos personas que se quieren, nuestra idea del amor, la expresión de afectos, la expresión de enfados y desacuerdos; hablar sobre las relaciones humanas, el respeto, las emociones; hablar sobre los cuerpos, sus cambios con el tiempo, las características de los cuerpos de mujer y de hombre, la belleza que tienen todos los cuerpos y el valor de su diversidad; hablar sobre la sensibilidad de la piel, y que la sexualidad está repartida por toda su superficie, no sólo está en los genitales.
También es educación sexual contribuir a que nuestro hijo se sienta querido y por tanto aprenda a quererse, promoviendo su autoestima y su autoconocimiento emocional.
Es frecuente que los adolescentes teman que sus padres “le den la brasa” cuando hablan de estos temas, o los traten como a niños pequeños que no saben nada. Podemos, por ello, generar cierta complicidad: no hablarles como si no supieran nada y nosotros fuésemos a descubrirles todo (por ejemplo, podemos comenzar diciendo: “Esto seguramente ya lo sabrás tú…”, aunque pensemos que no lo saben). También es cierto que algunas cosas ya las sabrán, y por ello, conviene reconocérselas. Si hacemos algún comentario u ofrecemos alguna explicación, es conveniente evitar posteriores “interrogatorios” (“¿y tú qué piensas?” “¿has hecho algo ya?” “¿tienes novio/a?” “¿sales con alguien?” “¿qué hacen los/as chicos/as de tu clase?”…). Los adolescentes y las adolescentes a veces no hablan con las madres o padres porque temen que después de una explicación sobre sexualidad, vendrán muchas preguntas sobre su vida, experiencias u opiniones. Y en muchos casos, evitan por ello las charlas familiares sobre el tema. Durante esta edad se desarrolla mucho pudor. Pudor por el cuerpo pero también por las ideas. Es un pudor pasajero, pero hay que respetarlo, y por ello, no tratar de “forzar confidencias”. En esta edad, es más importante que aprendan a escucharnos a que nos cuenten.
Es importante hablarles sobre la igualdad de género referidas a las relaciones de pareja en este caso, la educación en igualdad es igual de relevante que una buena educación en sexualidad para nuestros hijos/as. Para ello, incluimos una guía de prevención de violencia de género dirigida a adolescentes que se pueden descargar en este blog, y que les puede facilitar mucho el trabajo.
En el caso de que nos pregunten y no sepamos responder, podemos decir “no lo sé”. Lo importante es que vean la voluntad de atenderlos. También se puede aplazar una respuesta, y atenderla más adelante. Igualmente, lo importante es que vean que “pueden contar con nosotros”. Otra posibilidad es legitimar lo que suelen sentir a esa edad contando que nosotros a esa edad también teníamos dudas, o miedos, o vergüenzas. Sería una buena idea, por tanto, fomentar, en la medida de lo posible, la comunicación y el diálogo en casa. Como también fomentar el espíritu crítico con respecto a la que ven y oyen (“algunas cosas serán verdad o positivas para vuestra vida de pareja/sexual y otras no, no hay que creerse todo lo que sale por televisión o Internet, sino que hay que mirarlo como se miran otros programas: asumiendo que algunas cosas no serán ciertas”). Si cuesta sacar el tema, se puede comprar algún libro de educación sexual apropiado para su edad y regalárselo.
El objetivo final es que sepan que estamos ahí, abrir la puerta para el diálogo para lograr aportarles una buena educación sexual a nuestros hijos/as adolescentes; y ante todo que seamos capaces de reconocer los deseos que nuestros hijos comienzan a tener debido a su edad. Un adolescente ya no es un niño/a, así que no los tratemos por igual.

Las pisadas de hoy: AFECTIVIDAD Y RELACIONES DE PAREJA

¡Mi padre no quiere que salga con chicos!

Necesito contar mi historia porque ya no sé a quién acudir. Tengo 16 años y no sé qué me pasa últimamente, si son las hormonas como nos dicen en el instituto o soy yo…pero no me siento comprendida como mujer. En mi casa me siguen tratando como si fuera una niña, como si mis gustos, y deseos siguieran siendo exactamente los mismos que hace cinco años. Mi padre se cree, o más bien, le gustaría, que yo siguiera jugando con mis muñecas y no saliera con chicos. Cuando salgo con amigas no se arma tanto en casa, pero cuando digo de salir con algún amigo chico…es entonces cuando mi padre busca cualquier excusa para no dejarme salir o intentar que no salga; “debes estudiar para el examen de la semana que viene”, “dijimos de ir a ver a la abuela”... Estoy cansada de discutir, y he decidido mentir y no contar nada de chicos en casa. Hace un par de meses que estoy saliendo con un chico de un curso mayor, en mi casa no quiero decir nada porque si mi padre ya se ponía como se ponía cuando simplemente salía al cine con amigos… ¡¿qué pasaría si le dijese que tengo pareja?! Creo que él piensa que aún no tengo deseos sexuales, y que los chicos no me llaman la atención más que para amigos…pero no es así, yo ya me siento una mujer y me gustaría dentro de un tiempo compartir experiencias sexuales con mi chico. Mi problema es que con mi madre sí tengo confianza, y siempre le he contado todo, menos esto. No lo he hecho por miedo a que se lo cuente a mi padre y éste no me deje salir o invente algo para que termine la relación con mi chico. Pero me encantaría poder hablarlo con mi madre y que antes de que pasara algo más entre mi chico y yo,  mi madre me aconsejara. No sé qué hacer L Necesito ayuda por favorrrrrrrrrrrrrrrrr

Huellas para comprender. El acoso escolar.

Para los adolescentes, el paso de Primaria a Secundaria supone un importante cambio. Las aulas del instituto suelen infundir a la mayoría de l@s jóvenes una menor percepción de seguridad, en relación a la que tenían en su colegio de Primaria. Se trata de una sensación, en general subjetiva, que en la mayoría de los casos desaparece pronto ante una la adaptación progresiva del escolar al nuevo entorno educativo. Pero en ocasiones, esta adaptación no sucede tal y como se espera, y esa menor percepción de seguridad con la que entraron en el nuevo ciclo educativo no desaparece, sino que decide quedarse. Una de las razones por las que puede aumenta esa percepción de inseguridad tiene que ver con el hecho de que las relaciones con sus iguales no sean tan buenas como esperaba que fuesen, llegando incluso a verse envuelt@ en una espiral de acoso de la que difícilmente podrá salir sin ayuda.

El acoso escolar o bullying es el maltrato físico y/o psicológico deliberado y constante que recibe un/a niñ@ por parte de otr@ u otr@s, que se comportan con él/ella cruelmente con el objetivo de someterl@ y asustarl@. 
Desgraciadamente el bullying está presente en todos y cada uno de los institutos de Educación Secundaria de nuestro país, y estos episodios de maltrato son sufridos por un nada desdeñable número de escolares.
Otro dato importante a tener en cuenta, es que sólo la mitad de los padres de alumnos acosados saben que sus hijos son víctimas. Así, por el hecho de que nuestro hijo pueda sufrir maltrato en el colegio, y las devastadoras consecuencias que a veces ello supone, es importante prestar atención a determinados signos o claves que podrían delatar o proporcionar “pistas” de la presencia de acoso:
  • Cambios en el comportamiento del niñ@, principalmente cambios de humor.
  • Tristeza, llantos o irritabilidad.
  • Pesadillas, cambios en el sueño y/o apetito.
  • Dolores somáticos, dolores de cabeza, de estómago, vómitos...
  • Pierde o se deterioran de forma frecuente sus pertenencias escolares o personales, como gafas, mochilas, etc.
  • Aparece con golpes, hematomas o rasguños y dice que se ha caído.
  • No quiere salir ni se relaciona con sus compañeros.
  • No acude a excursiones, visitas, etc. del colegio.
  • Quiere ir acompañado a la entrada y la salida.
  • Se niega o protesta a la hora de ir al colegio.
Realmente no resulta fácil conocer ese tipo de problema en nuestros hij@s, porque generalmente, intentan por todos los medios, que el asunto pase desapercibido. Tienen mucho miedo a su agresor/a, y piensan que si dicen algo en casa, las represalias del atacante serán aun peor. Otras veces no lo cuentan en casa por vergüenza, o porque temen una reacción de sus padres indeseada, como que le echen en cara “su cobardía”, o que “tiene que aprender a defenderse solo, porque la vida es muy dura”. Todo se reduce, en realidad a un problema de confianza.
Es imprescindible entonces, es decir, absolutamente necesario, tener una comunicación fluida con él/ella. Al principio, costará, por las razones ya explicadas (tiene miedo a la propia reacción de sus padres, y tiene más miedo aún a la reacción de sus agresores si se enterasen de que ha contado a sus padres lo que la pasa), pero es prioritario conseguir generar en el chic@ confianza suficiente para que cuente todo lo que le ocurre en el instituto, sintiéndose, a la vez, segur@.  En definitiva la clave está en ganaros su confianza respecto a este tema. Con mucho cariño, háganle ver que estáis preocupados porque de un tiempo a esta parte le notáis raro, distinto, infeliz…y sabéis que algo le pasa aunque no sabéis qué exactamente. Recuérdenselo a menudo y plantéenle si tiene problemas en el colegio con algún profesor o con algún compañero. Ofrézcanle su ayuda y asegúrenle que no tomarán ninguna decisión sin contárselo a él. De esta forma comprobaréis como acaba contando lo que le sucede, pues seguramente será el primer apoyo que en mucho tiempo ha recibido, y verá el apoyo incondicional que le estáis ofreciendo como el punto de arranque para solucionar el problema.
Una vez reconocido el problema, será el momento de entrevistarse con el director/a del centro o con la jefatura de estudios para plantearle el problema y buscar una solución lo antes posible.
Nos gustaría acabar la sección con una perspectiva más positiva y resaltar que a pesar de lo expuesto, tampoco conviene angustiarse y alarmarse, porque la incidencia de acoso escolar realmente grave por su frecuencia e intensidad es sufrido por pocos escolares. Con esta sección lo que pretendemos es trata de impedir con antelación, que ese porcentaje de alumnos de entre 12 y 18 años que se ven involucrados en casos de abusos, acaben inmersos en incidentes realmente graves por el desconocimiento de los padres sobre esta realidad.

Las pisadas de hoy: ACOSO ESCOLAR

 Estoy desesperado y no sé a quién recurrir para desahogarme. Creo que nadie de los que me conocen me van a prestar atención a lo que les cuente, así que he decidido escribir aquí para que alguien me ayude a solucionar mi problema.
Este año nos han cambiado de la escuela al instituto con más niños de otros pueblos. Estábamos en el salón de actos cuando sin ningún sentido los niños que se encontraban a mi espalda empezaron a tocarme el pelo, la espalda… Yo sabía que eso sería uno de varios abusos y tonterías que empezarían contra mí. Y así fue, siempre que me encuentran me molestan y me dejan atemorizado. No llegan nunca a pegarme, pero todo lo que hacen, por poco que sea hace que tenga un terror psicológico que me hace quedarme paralizado y al rato estar deprimido, porque no sé qué puedo hacer, no sé qué más me puede llegar a pasar, y si esta situación irá a más. Me siento triste y abandonado, sólo tengo ganas de llegar a casa y encerrarme en mi habitación. Muchas noches lloro y si intento coger un libro para estudiar y así estar pendiente de otra cosa soy completamente incapaz, no puedo concentrarme.
Mis padres me ven triste y lo vieron muy claro cuando hace unos días en una boda, estaba con mis primos y por un momento, desde hacía dos meses estaba contento y jugando con ellos, pero al rato me alejé, me senté en una sala dónde no había nadie y me puse a llorar desconsolado. Cuando mi madre me encontró se preocupó y ahora dice que va a ir a hablar con los profesores ya que yo no le cuento nada. No sé si contarle lo que me pasa, tengo miedo a que mis compañeros se enteren y la cosa vaya a más. ¿Qué haríais en mi lugar?



Huellas para comprender. La importancia del grupo de pertenencia.

Durante la adolescencia, el grupo de iguales cobra una importancia crucial en el desarrollo del menor. Constituyen una plataforma que permite al chico/a participar en la sociedad desde un marco novedoso. Antes, la mayoría de la actividad social del niño/a se circunscribe al marco de la familia. Ahora, el grupo de iguales se constituye como un espacio desconocido, en el que pueden darse relaciones diferentes, y en el que el poder se conjuga de otra manera: ya no va sometido a la autoridad paterno-materna.
Pertenecer a un grupo ayuda al adolescente a construir la propia identidad. Por un lado, les permite decidir “qué no quieren ser”. Por otro, les proporciona sentimientos de identificación con las personas que han elegido el mismo grupo que él/ella. Así, la “guerra oculta” que se describe en este patio de instituto responde en realidad a la acción de “marcar el territorio”, análoga a la orina de los perros, prácticamente. Cada grupo se reconoce porque comparte una serie de características comunes. A sus propios ojos, unos se creen muy diferentes de los otros/as. Así, dentro de los hipster, ellos/as mismos/as entenderán que el estilo de Fulanito es muy diferente al de Menganito. Sin embargo, a los ojos de otros grupos, todos ellos/as se parecen muchísimo.

Por otro lado, dentro de cada grupo se dan sus propias reglas, rituales y símbolos. Puede parecer una obsesión que nuestro hijo/a adolescente nada más que quiera calzar Vans. Sin embargo, en su pandilla es un elemento definitorio. Es un símbolo que se asocia inconscientemente con la pertenencia a dicho grupo. Las normas que estructuran el funcionamiento del grupo adolescente normalmente tienen un carácter implícito (es decir, no se definen de forma concreta y hablada). Por ejemplo: es un ritual que el grupo de deportistas dedique el recreo a jugar al fútbol. No es obligatorio, pero es un rito central en el dinamismo grupal. De este modo, si un adolescente perteneciente a este grupo no quisiera jugar al fútbol en el recreo, acabaría siendo expulsado del grupo. No comparte el ritual más importante con el resto de chicos/as, y al final dejarían de considerarlo un miembro del grupo. Entre otras cosas porque físicamente no estaría interactuando con ellos durante el tiempo de ocio del recreo.
Es más fácil si entendemos cada uno de los grupos prácticamente como una microsociedad. Probablemente cada grupo incluso tenga un código específico para comunicarse. Así, habría que manejar vocabulario informático, de videojuego y de cine para hablar con los “frikis” de la historia. O, parodiándolo un poco, habría que añadir coletillas tales como “osea”, “es lo más” y expresiones similares para ser reconocido como miembro del grupo de las pijas.
Llegados a este punto, resulta más lógica la necesidad imperiosa de nuestro hijo/a adolescente por pertenecer a un grupo. Éste les viene bien para aprender  a relacionarse con iguales. Las pequeñas luchas de poder o de lealtades se configuran como los primeros contactos con la estructura social (así, si nuestro hijo/a viene contando su pelea con nosequién, o que tal otro/a le ha dejado de lado, puede leerse desde esta perspectiva, en vez de una simple “pataleta de críos”).


El grupo es bueno para el desarrollo adolescente. Eso sí, hay que elegir un grupo que favorezca el desarrollo positivo del menor. Dejar que el chico o la chica salga y entre con los amigos es una forma de educación importantísima para el crecimiento y el aprendizaje social. Y, en el caso del adolescente que cuenta que está solo, hay que animarlo para que se junte con alguien. ¡Seguro que hay más chicos/as solos/as en el patio! Quizá acercarse un día al tal Rafa, y preguntarle por el examen de la hora anterior sería un buen elemento común desde el que empezar a construir (inconscientemente) toda una cultura grupal…

Las pisadas de hoy: LAS PANDILLAS Y LOS AMIGOS

El instituto es muy duro. No hablo de los exámenes: más o menos estudio, y apruebo bien.
Sin embargo, lo que me preocupan son los recreos. A veces me veo solo, y deseo con todas mis fuerzas que se acabe pronto, porque odio que todo el mundo me vea dando vueltas solo por el patio. Muchas veces me pongo con el móvil, sentado en las gradas. En realidad juego a Angry Birds, aunque tengo la esperanza de que todos piensen que estoy wasapeando con alguien. Sería menos patético.
Digamos que el instituto puede analizarse perfectamente en el patio del recreo. En ese momento se ven justamente los grupos que existen. Como siempre ando con la cabeza gacha, he aprendido a distinguir a las personas por sus zapatos.
Así, están los deportistas, que siempre llevan zapatillas de deportes. Ellos pisan fuerte el suelo. Tienen las piernas fuertes de jugar al fútbol, y las chicas dicen que están buenos, y les hacen caso. A veces van a verlos jugar.
Luego están los guiris. Van en sandalias todo el año, incluso en Enero. Van siempre muy juntos a todos lados, y hablan todo el tiempo en inglés. Ni siquiera soy capaz de entender sus conversaciones, a pesar de aprobar inglés con buena nota.
Después están las pijas. Son guapas, andan siempre con tacones o con cuñas, y caminan en línea recta. La gente se aparta para dejarlas pasar. A veces para mirarlas. No son mala gente, lo que pasa es que hablan todo el tiempo de ropa, y de chicos (que suelen ser del grupo de los deportistas). Se ríen muy alto, y se sientan en el banco central del patio. Parece que les gusta ser el centro de atención.  De ese grupo, me cae genial Sandra. Es lista, simpática conmigo (se sienta a mi lado en geología) y tiene el culo más bonito que he visto nunca. Así, respingón.
Después están los hispter. Tienen ropa bonita, y mucho estilo vistiendo. Van a clase en monopatín o en patines. Se ponen juntos en el recreo, y se dedican a subir fotos a Instagram o a escuchar música en el Ipod. Los reconozco porque suponen la mayor concentración de Vans y Converses de todo el instituto.
Luego, en la esquina van los frikis. No frikis en plan despectivo, sino que se autodenominan “frikis”. El año pasado se hicieron una camiseta que ponía “Frikis del mundo, uníos”. Juegan al pingpong y hablan de World of Crafts y de la peli del Hobbit. Durante un par de recreos me junté con ellos, pero al final estaba igualmente solo: llega un momento en que la conversación me aburre enormemente.
Y luego están los empollones, como yo. Los profesores nos adoran, y en el patio nos castigan por ser demasiado listos. A mí por lo menos me dejan en paz. La semana pasada los deportistas le pegaron un balonazo a Rafa y le rompieron las gafas. Dijeron a la profesora de guardia que fue sin querer, pero yo sé que fue el castigo por llevar el trabajo para subir nota a Química.

Escribo aquí como podría escribir en cualquier otro lado. De hecho, ahora mismo estoy en el recreo, contando mis cosas en este blog que me he encontrado, y deseando que la gente crea que hablo con alguien por chat. Tal vez, una novia secreta que estudie en otra ciudad… Y que esté increíblemente buena.

Huellas para comprender


Las pisadas de hoy: CAMBIOS FÍSICOS DURANTE LA ADOLESCENCIA

Odio mi cuerpo.
Últimamente evito mirarme al espejo. Me veo demasiado alto para tener 13 años. Se me han quedado cortos los pantalones, y de repente mi cara está llena de granos. Eso es lo peor: los granos. Los tengo por toda la frente y la nariz. A veces me sale uno exageradamente grande, y me lo exploto (aunque mi madre me dice que me esté quieto, que se me quedarán cicatrices, ella no entiende lo que es ir al instituto con eso en la cara).
El otro día me llamaron Ferrero Rocher. Fue el imbécil de Antonio, que como él no tiene acné… Le di un empujón y lo tiré al suelo. No quería ser tan bruto, pero es que no controlo mi fuerza. Eso no está tan mal: soy el más alto y el más fuerte de la pandilla. Mi padre me ha prometido que cuando cumpla 15 podré apuntarme al gimnasio: me podré petado. Ahora tengo que conformarme con la natación.
Pero tampoco está mal. Me están saliendo pelos, y creo que la tengo más grande. A veces, cuando llaman por teléfono y lo cojo yo, me confunden con mi padre. La voz me va cambiando. Me gusta tenerla grave, aunque a veces me juega una mala pasada y me salen gallos cuando grito.
En realidad, puede que no odie mi cuerpo. Si tan sólo me desaparecieran los granos…

***
Odio mi cuerpo.
Ayer me vino la regla, y estoy amargada. ¡Tengo sólo 11 años! A Raquel también le ha bajado ya, así que la llamé a ella por teléfono. Somos las únicas del grupo que “ya somos mujeres”. Odio esa expresión, y es la que utiliza mi madre cuando quiere hacer referencia a cualquier cosa relacionada con la regla.
Me han crecido los pechos, y me siento muy incómoda. En Educación Física los niños se ríen cuando el profesor nos pone a correr. Me aprieto el sujetador para que no me boten, pero es inútil. Me he empezado a depilar las piernas. Es un rollo, pero me gusta como quedan: suavitas. Raquel dice que le encantan mis piernas, que son como de una modelo. A mí también me gustan, la verdad.
Creo que es lo único bueno de todo este lío de cambios. Porque ni yo me entiendo. Estoy tan normal, y de repente me pongo triste, o me enfado. Hay días en los que me levanto perfectamente. Ahora, otros en los que es mejor ni hablarme.
Aunque, bien mirado, hoy me he levantado bien. No odio demasiado mi cuerpo. Hoy me veo guapa. Creo que llevaré pantalones cortos, y me dejaré el pelo suelto para ir a clase…