Como hemos podido ver en entradas anteriores en este blog,
la familia es un recurso imprescindible para la crianza de nuestros hijos e
hijas. El motor en donde se encienden todos los procesos de desarrollo y
socialización comienza en la familia. Es por ello, por lo que debemos cuidarla
y saber adaptar a cada una de las personas que componen la familia. La
adolescencia, como hemos podido ver, es una etapa de cambios en donde se
empiezan a explorar nuevas formas de vida, además de descubrir otras dimensiones
de la persona. No obstante, es una etapa en donde se producen mayores
conflictos parentofiliares, entre hijos y padres. ¿De dónde surgen esos
problemas? Muchas veces el desconocimiento y la falta de entendimiento es el
ápice de las frustraciones familiares. No todo lo que hablemos en familia tiene
que ser susceptible de conflictos, entre todos y todas podremos conseguir un
clima familiar regulado y estable. A ti, padre y/o madre adolescente, ¿qué
ocurre cuando tienes un conflicto con tu hijo/a adolescente? El malestar creado
puede ocasionar que, muchas veces, se dé por hablado temas que es mejor pararse
a negociar para que no se acumule tensiones y estrés. Hay que entender que la
mayoría de los y las adolescentes están en un proceso de cambio, y que tanto su
nivel social, psicológico como fisiológico están siendo alterados. Es una etapa
de descubrir nuevos grupos de amistades, de conocerse así mismo, de parecerse a
sus iguales, de replantearse su sexualidad, de construirse su identidad, etc.
En definitiva, estos cambios deben ser conocidos por los padres y madres para
comprender el desarrollo en la adolescencia.
Los conflictos vienen producidos por diferentes
enfoques de entender la realidad entre los/as hijos/as y los padres. El modo de
educar influye en el proceso de cohesión familiar. Si los padres ven a sus
hijos en una etapa de rebeldía su estilo educativo desde entonces se verá alterado, produciéndose un cambio a diferentes extremos, o
muy protector o muy evitativo, ambos producen patología en el desarrollo del
adolescente a la larga. Los /las expertos/as categorizan hasta cuatro estilos
educativos en donde el afecto y el control se ponen en juego:
-
Estilo Autoritario: Aumenta el control y
disminuye el afecto
-
Estilo Evitativo o negligente : Disminuye el control
y el afecto
-
Estilo Permisivo: Disminuye el control y aumenta
el afecto
-
Estilo
Democrático: Control y afecto regulado
Los y las profesionales apostamos por el estilo democrático,
en donde se puede establecer claramente límites tanto de control como
afectuosos con su hijo o hija. Con el estilo democrático se pone el énfasis en
una relación con comunicación, con tolerancia, con negociación escuchando a las
demás partes, con reconocimientos a los hijos o hijas, y con límites claramente
definidos pero dejando que se exprese su hijo o hija.
No podemos asegurar qué estilo es el mejor, pues dependerá
de las situaciones, aunque cuando tratamos con hijos o hijas adolescente
siempre hay que tener presentes que ellos no pueden verte como un rival, pues
el mejor apoyo es la confianza depositada de los padres a sus hijos o hijas.
Hay que tener presentes valores como el respeto y la confianza. ¡¡Adelante
padres y madres, todo es posible y los resultados se verán con el paso del
tiempo!!