¿QUIÉNES SOMOS?

El blog "En los zapatos de mi hij@ adolescente" ha sido elaborado con la misión de ayudar a padres y madres de adolescentes a comprender mejor a sus hijos/as: los cambios que están viviendo, sus nuevas relaciones, a qué dedican su tiempo de ocio...
El equipo profesional que gestiona esta plataforma está compuesto por dos profesionales de la psicología, un profesional de trabajo social, y un profesional de educación social.

sábado, 8 de junio de 2013

Huellas para comprender: Salidas nocturnas

           Un día estáis tan tranquilos sentados en el sofá después de cenar y de repente escucháis ¡din don! suena el timbre de tu casa, vas a abrir y te encuentras a dos amigas de tu “niñita” Sofía que preguntan por ella para salir a una discoteca. Tu hija te había comentado algo, pero por diversas razones, decidiste aplazar esa conversación, para retomarla más adelante, algo que nunca hiciste.  De repente miles de dudas te invaden la cabeza ¿pero con qué padre/madre vais? ¿van más niñas? ¿o quizás niños?¿qué vais hacer allí? Y la gran pregunta ¿a qué hora vais a regresar? De repente sientes como se te acelera el pulso y que acaban de cambiarte el escenario de tu vida familiar. Estás asistiendo a un nuevo hito en tu currículum de madre o padre: la niña quiere comenzar a volar sola y tú debes decidir así, por sorpresa, si la dejas, si está preparada  

o no.
            Si tenéis un adolescente en casa esta historia os suena ¿verdad? Sí no es así, la recordaréis cuando llegue el momento.
            Probablemente la gran duda de todos los padres y quizás, la razón por la que estáis leyendo esto, es no saber qué hacer en esta situación. Dar una respuesta concreta es imposible porque dependería de cada caso y tampoco existe la solución perfecta. Para algunos padres salir con 13 años es normal, para otros sin embargo, esa situación es impensable hasta años más tarde. Es normal que aparezcan las dudas, ser padre y madre es muy difícil y muchas veces no sabemos si estamos acertando o no.
Este nuevo interés de nuestr@ hij@ de salir solos no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Este es un proceso completamente natural que empieza años antes cuando nuestro hijo empieza a interesarse mucho más por su grupo de amigos que por sus padres. Es el primer indicador de que el niño necesita demostrar que ha crecido, que nosotros ya no somos su único referente y que es momento de pasar más tiempo fuera que dentro de casa. El tiempo pasa, los hij@s crecen y necesitan separarse de los padres y salir del entorno que les ha protegido durante la niñez para poder experimentar su capacidad de arreglárselas sol@,  para desarrollar su identidad y para poner a prueba sus capacidades. Y el mejor  espacio para ensayar todo esto es su grupo de amigos, entre iguales.
Ahora bien, que sea un proceso natural, necesario y positivo no quiere decir  que no desconcierte ni nos asuste como padres que somos, ni que a la primera solicitud de  autonomía haya que regalar la independencia total.
El temor que las primeras salidas generan en los padres tiene mucho que ver con la imagen de los adolescentes que con frecuencia vemos en las noticias: jóvenes violentos, consumidores de alcohol y de drogas… Estos adolescentes existen, pero no son mayoría ni representativos.
Lo ideal de esta, a priori, difícil situación sería usarla para ayudar a nuestros hij@s a ganar responsabilidad y madurar hacia la vida adulta, y para ello la clave está en equilibrar esos temores que se nos generan con la necesidad de independencia y libertad de nuestros hijos.
Para ello, es necesario que como padres y madres, nos hagamos una pregunta: ¿es perjudicial para él o ella lo que quiere hacer o lo que pasa es que a mí no me gusta o me asusta? En el primer caso, está  claro que habrá que negociar límites para proteger al joven. Y en el segundo, intentar adaptarnos y admitir que igual ese hij@ ya no es tan infantil como para no ir al cine, a merendar o a bailar, aunque tampoco sea tan mayor como para dejarle al azar de la noche.
Nuestro consejo es que hay que ser prudentes y dejarles hasta donde creamos que son capaces de afrontar su responsabilidad. Se puede empezar por llevarlos a la discoteca e ir a recogerlos; conforme crezcan y demuestren que cumplen los horarios y son responsables en su comportamiento con los amigos pueden ir obteniendo mayor libertad. Esto quiere decir que tenemos que aprender a arriesgar en cuanto a nuestros hij@s se refiere. Cuando traspasamos responsabilidad a los hijos nunca tenemos la seguridad de que no será un desastre. Si nos equivocamos, habrá que recoger cuerda en la libertad traspasada y volver a probar más tarde, pues quizás no estaban preparados aún para tal responsabilidad. Lo importante aquí no es asumirlo como un fracaso, sino como un error en la elección del momento.
A pesar de ir cediendo poco a poco, es adecuado imponer siempre unos límites, para tenerlos aún “controlados” y, al mismo tiempo, para que ellos puedan demostrar su responsabilidad. Es fundamental que cuando salgan sol@s sepamos dónde van, con quién, y cuándo y cómo regresarán.
Tampoco hay que perder de vista que los hij@s no son una prolongación de nosotr@s y, en consecuencia, a la hora de negociar los límites tendremos que entender y aceptar que tal vez vayan a sitios que a no nos gustan o que vistan de forma que no consideramos adecuada. Pero debemos comprender que nuestros hijos han de  aprender también a decidir ellos mismos y dejarles libertad para que sean como ellos quieran ser.
Entre todo esto, seguro que en un momento dado se encontrarán con la oferta de consumo de alcohol, tabaco, porros u otras sustancias; hemos de darles un voto de confianza y la capacidad de decidir; no podemos llevarlos siempre de la mano. Tengamos en cuenta que nosotros hemos educado a nuestros hij@s y les hemos transmitido nuestra visión de las cosas. Por ejemplo, si les hemos enseñado que las drogas y la violencia son malas cuando se vean en la situación, lo evitarán. No se trata únicamente de explicarles que hay que comer para tolerar el alcohol o el daño que provocan las drogas en sus cerebros en formación. Hay que darles herramientas y soluciones para que sepan salir de las situaciones comprometidas cuando se presenten. Para ello podemos aprovechar muchas situaciones que surgen en el día a día y comprobar como actuarían ellos. Por ejemplo si viendo la televisión emiten algo relacionado con las drogas podríamos hacer alguna pregunta de este tipo: “si alguno de tus amigos se hiciese un porro y te ofreciese, ¿qué le dirías?” es una forma de poner a nuestr@s hij@s en situación, pensar, elegir alternativas y estar  prevenidos, a la vez que adquirimos información para saber como debemos actuar, y si deberíamos preocuparnos o no.

La receta final está en es la confianza, combinada con la dosis justa y suficiente de control, pues solo así estaremos facilitándoles a nuestros hij@s la transición a la vida adulta, a la vez que aprendemos a aceptar y respetar esta etapa en la tarea de ser buenos padre y madres.

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